viernes, 26 de septiembre de 2008

Rechazo

El rechazo ha estado ahí desde siempre. No recuerdo la época en que no sentí rechazo, la sensación (el estigma) de sentirme diferente, o como de otra familia. Indigno es la palabra. Y luego ese rechazo se fue enquistando en todo: en mi relación con los demás, en mí mismo, en mis temores y mis aspiraciones, en mi deformada visión de la realidad. Hasta llegar a un punto en que todo fue rechazo, en que el rechazo me ataba de pies y manos, me dirigía en lo que hacía y lo que pensaba... había rechazo en todo, incluso cuando no había ni un mínimo atisbo de rechazo, porque el rechazo era ya la única directriz con la que mi cabeza se regía y se guiaba. Un miedo íntimo que era mayor que todo, más fuerte que todo, una fuerza asesina, un cáncer que termina por devorarlo todo. Hasta que ya no soportas más rechazo, o decides tal vez que el rechazo es tan tuyo que lo primero y lo más urgente es decidirte a rechazarte a ti mismo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El rechazo es como un cancer, aunque también lo redimensionamos.. a mi me afecta una barbaridad, muchas veces lo exagero y me afecta de personas que no me deberia afectar.. esto es una de las mierdas del tLP..

Besos.
Espero que estes bien.
Demona