martes, 5 de agosto de 2008

Fantasmas

En nuestra vida, la del TLP, la gente siempre acaba por desaparecer. Gente con la que has estado tratando durante años... un buen día se van, desaparecen, y probablemente no vuelves a verlos nunca. Sin ningún motivo en particular. Porque se hartan o porque, sencillamente, prefieren no tener nada que ver con este problema, que les complica la vida innecesariamente. Todo esto se suma, por supuesto, a la gran sensación de irrealidad que es vivir día a día, o pelearse con esta especie de vida que nunca tiene una forma lineal, sino siempre forma de bruma y de confusión, de caos inexplicable. La gente se va. Desaparece, como si nunca hubiera estado ahí. Piensas en ellos y te cuesta creer que es verdad, que existieron, que fueron importantes para ti una vez (y que ellos te juraban que tú eras importante para ellos también). Y así -y es lo peor, lo más doloroso- tu vida va llenándose de galerías de fantasmas, de frases entreoídas y de promesas que una vez se hicieron pero que terminaron cayendo en el vacío. Un pasado lleno de caras que son sombras, apenas esbozos de lo que una vez fue. ¿Existió alguna vez, o lo soñaste todo? Un montón de muertos (aunque sigan vivos) en un paisaje muerto, de desesperación. Y nadie llama nunca para preguntarte a ver qué tal estás, qué tal sigues, cómo te va la vida. Una vez que se han ido, ya no existes. Y piensas entonces -triste, deprimido-que a lo mejor eres tú quien ha muerto, mientras el mundo sigue su paso normal.

2 comentarios:

Relevando a Lara dijo...

Querido Berbel,
Sin duda me he sentido invisible muchos días, muchos meses, años quizás. Pero ahora me pasa algo extraño... la gente que me hace daño y permanece en mi vida por meras razones de espacio (como mi madre) se vuelve de cristal también. Pueden pasar días, semanas, meses y aunque la tenga enfrente, no la veo... Un beso, Lara

Berbel dijo...

A mí me pasa algo así también. Entre la gente que se va y que no quieres que se vaya y la que se queda y tampoco lo quieres, uno empieza a crearse una sensación como de irrealidad, como de estar rodeado de... fantasmas (donde hasta uno mismo acaba mirándose al espejo y casi no reconociéndose). Es durísimo, esa sensación de que nada es real, de que todo es como un teatrito, hecho de personajes y de máscaras y no de personas reales.