viernes, 8 de agosto de 2008

Sucedáneos

Es un error, y lo sabes. No deberías conformarte con sucedáneos. Aunque te parezcan un alivio a corto plazo. Es un error. No es ése el camino. Deberías derribar primero todo, tirar la casa entera, no dejar ni una sola viga en pie, para después reconstruirlo todo. Pero hacerlo bien esta vez. Sin soluciones fáciles ni chapuzas, sin malos hábitos adquiridos ni comodines ni engaños ni fórmulas mágicas que lo solucionen todo. Porque no hay más camino que ése: meter la piqueta y terminar con todo. Reconstruirlo todo desde las mismas ruinas. Levantar la casa piedra a piedra, viga a viga, muro a muro, puntal a puntal. Y después, protegerse del invierno dentro de ella.

Los sucedáneos no llevan a nada. La vida está ahí fuera. Pero hay que trabajar para poder conseguir algo que verdaderamente merezca algo la pena. Tú lo tuviste una vez, y lo perdiste: lo diste por ganado sin ningún esfuerzo. No caigas otra vez en el mismo error. No creas en los milagros. Los milagros no existen, sólo existe el esfuerzo. Las grandes catedrales no se levantaron solas.

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