sábado, 9 de agosto de 2008

Yo, robot

Mis días, desde hace tiempo, siguen una dinámica que es siempre la misma: me cuesta distinguir un sábado de un martes, porque todos los días son idénticos, en su rutina y en su monotonía. Las drogas hacen su parte: los antidepresivos que me tienen estable, los somníferos que me ayudan a dormir. La cabeza y el cuerpo parecen ir por libre, como si fueran dos partes diferentes de dos cuerpos diferentes ensambladas con más o menos éxito. El cuerpo va bien, funciona como una máquina; la cabeza en cambio no para de rumiar problemas, causas y efectos, preocupaciones, desesperación. Sin embargo, no me quejo. Porque también las drogas ponen freno a todo esto, y me ayudan a estar off (fuera de todo, dormido, despreocupado) y no inmerso en la mierda hasta el cuello. Algo que tendrá que llegar tarde o temprano, yo eso lo sé, pero por favor no ahora: cuando esté un poco más fuerte, cuando me pueda levantar por las mañanas con un poco de ánimo, o recobre el apetito. Cuando deje de ser este guiñapo que hoy por hoy sobrevive, sin más aspiraciones.

2 comentarios:

Relevando a Lara dijo...

Mi querido y robotizado Berbel: Te entiendo más de lo que unos renglones pueden expresar. Ojalá que esa luz de la que puedas aferrarte para dejar de ser una máquina llegue pronto, muy pronto. Del otro lado del mar, recibe un abrazo de otro robot que debe levantarde a fuerza de una sonrisa de seis años que no la deja permanecer inmóvil como tanto quisiera

Berbel dijo...

Es un placer saber que estás ahí, Lara... :)