viernes, 18 de julio de 2008

Apático

No recuerdo haber estado nunca tan apático. De la cama al sofá, y vuelta a la cama. Televisión y cerveza. Ni siquiera tengo ganas de ponerme a ver una película, o de echarme en la cama a leer un libro. Días que hay que rellenar como sea, y poco más. Ningunas ganas de hacer nada, en realidad. Quizá tenga que ver con la falta de ilusión, o la falta de esperanza. El caso es que soy consciente de que me he abandonado, y me da lo mismo. A veces el día se hace demasiado largo y, después de hartarme de beber cerveza, me meto cuatro somníferos y me meto en la cama.

No es la sensación de estar deprimido: es más bien la sensación de estar vacío. De no tener nada con lo que ilusionarse, ni nada por lo que merezca la pena pelear. ¿Me he rendido? No lo sé. Prefiero pensar que esto es provisional, y que llegará -como ha llegado otras veces- algún brote de ilusión por algo, y que entonces volveré a ponerme en marcha. De momento, vegeto. Sobrevivo. Existo.

Y algún día viviré, o eso es lo que espero. Lo que todavía me mantiene aquí.




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