jueves, 17 de julio de 2008

Echándote de menos

Tú no te imaginas cómo te echo de menos. En cada cosa, en cada detallito. En las cosas que tuvimos (tus despertares, tu risa, tus refunfuñes, tus opiniones) y que ya nunca tendremos, y en las cosas que íbamos a tener (tus tardes de domingo haciendo galletas, nuestro Mateo que ya no nacerá, nuestros hijos no nacidos correteando por el césped de esa casa en la playa que ya nunca tendremos). No te imaginas cómo echo de menos tu voz, y ciertos gestos tuyos. Y tenerte aquí y ahora. Y escucharte. Y tocarte. No te imaginas lo duro que se me hace imaginar -pensar- que el resto de la vida va a ser sin ti, tú, que eras lo mejor que hay, la que lo iluminaba todo, la que hacía de cada día una fiesta. La que me tendió una mano y no supe (o no pude) seguirla, ni estar a la altura.

Tú no te imaginas cómo te sigo queriendo. Cómo te querré siempre. Y lo más jodido: que hay que vivir con eso. Un fantasma más que añadir a la lista. Un muerto más (el de mi incapacidad, cuando por fin pude tocar el cielo) que sumar a la lista.
Es todo demasiado.,...

No hay comentarios: