sábado, 21 de junio de 2008

Autolesiones

Nunca antes me había autolesionado. No cuento los intentos de suicidio con pastillas. Nunca antes me había cortado los brazos con un cúter, ni con un cuchilla cada vena que veía, intentando desangrarme. Ahora me siento horrible. Creo que he perdido la fe en todos y en todo, y hasta en que esta situación tenga algún desenlace que no sea la muerte. Hay una parte de mí que los demás no aceptarán nunca, y es una parte que creo que siempre estará ahí y que no puedo controlar. El final siempre es el mismo: el abandono. Y de ahí todo lo demás: el autodesprecio, la impotencia, la sensación de que todo está terminando siempre, y volviendo a empezar. Y a nadie le importa un carajo todo esto: cada vez tardan menos en dejar claro que "es tu puto problema". No duelen las cicatrices (tengo las manos y los brazos llenas), duele más la frustración de estar otra vez aquí, de tener que pasar otro día, otra semana. El tiempo se ha convertido en algo que uno no sabe muy bien qué hacer con él. Tener que seguir, la obligación de estar en un sitio donde quieres estar. Sin una mano de nadie que te ayude o se interese o se preocupe. Solo y dejado por todos, como el que no se merece otra cosa que lo que tiene: el abandono total. Todo eso duele mucho más que cortarse los brazos con un cúter o llenarse las muñecas y las manos con una cuchilla. Con esas cicatrices no puede uno.

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